sábado, 7 de marzo de 2009

1. ESTRATEGIAS DE COMPETITIVIDAD
Y COMPETENCIA LABORAL
Los cambios que las empresas están atravesando no se dejan caracterizar
fácilmente. El mundo donde se desenvuelve hoy la empresa es
más competitivo y dotado de una mayor cantidad de participantes que
buscan aumentar su intervención en mercados compartidos por la creciente
globalización. También hay consenso entre los estudiosos acerca
I
Características de la transformación
productiva y el surgimiento de la
competencia laboral a nivel empresa
de que los parámetros de competitividad han evolucionado hacia una
mayor exigencia en cuanto a la calidad de los productos y servicios ofrecidos
por las empresas, enfocándose más a las necesidades del cliente,
sin menospreciar el criterio del bajo precio y, por ende, del costo.
Esta inflexión hacia la simultaneidad de calidad y bajo costo fue
liderada en un primer momento por las empresas japonesas, que habían
incursionado en nuevas prácticas productivas denominadas de «producción
depurada» o «esbelta». Los principios y técnicas de la producción
depurada, basados en la mejora continua del proceso en su conjunto,
rompían con los esquemas de normas de calidad y eficiencia relativamente
estáticas y parciales que prevalecían hasta ese momento en las
organizaciones. Como producto de la globalización en marcha, en los
años ochenta se difundieron con rapidez esas prácticas entre las empresas
«occidentales», imitándolas y adaptándolas, según el caso.
Llegados los años noventa, y habiendo alcanzado su aplicación en
la mayoría de las empresas líderes mundiales, la depuración como práctica
para generar una ventaja competitiva en el mercado, se agotó, en
parte porque ella tiene un límite natural.1 Por otra parte, porque la competencia
seguía la misma estrategia, reduciéndose la posibilidad de adelantarse
en el mercado al hecho de haber aprendido mejor las técnicas:
«las viejas (sic) estrategias parecen haber llegado a sus límites y ya no hay una
referencia o ejemplo claro a seguir» (De Meyer, 1992). El problema se puede
formular de la siguiente manera: ¿cómo pueden diferenciarse las empresas
en un mercado tendiente a globalizarse y que facilita la difusión rápida
y masiva de mejores prácticas organizativas e innovaciones tecnológicas?
Es decir, a la vez que la globalización ayuda a la empresa a
tener acceso a los adelantos técnicos y organizativos, su aplicación le
permite, en el mejor de los casos, no perder el tren de la dinámica competitiva.
Sin embargo, difícilmente le creará una ventaja, puesto que es
la diferencia que le permite sobrevivir y desarrollarse como sistema
(Luhmann, 1991).
El mayor acercamiento a las necesidades del cliente ha sido un primer
paso de muchas empresas para crear elementos únicos que le pueden
generar ventajas en el mercado. Sin embargo, el acercamiento ha
encontrado su límite en la función de la producción de las empresas,
que no es significativamente diferente entre los competidores. Incluso
el acercamiento en esas condiciones ha resultado contraproducente en
ramas altamente dinámicas en el desarrollo de nuevas tecnologías, como
es el caso de la industria de computación: al estar tan cerca del cliente

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