sábado, 7 de marzo de 2009

Postulan que en el pasado la innovación surge de los esfuerzos en
ciencia y tecnología, que en su aplicación en planta moldeaban a la organización
de la producción y trabajo, que resultaban en competitividad y
crecimiento en el empleo, con una tendencia hacia la convergencia de
los modelos de innovación en las empresas.
Para los años ochenta-noventa, este modelo de relaciones lineales
se va transformando en un modelo de sinergia entre organización e innovación,
donde la base de las innovaciones tecnológicas está en la estructura
organizativa. Esta estructura o arquitectura organizativa da las
posibilidades de divergencia en el aprendizaje y así, entre las empresas
y regiones, con lo cual este planteamiento está en concordancia con la
arquitectura de los recursos como base de la estrategia de competitividad
(Ibidem).
Cabe señalar que, dentro del ámbito de la organización, el énfasis
de las empresas en América Latina parece haber estado más en la parte
de la gestión de la producción, que en la organización del trabajo y los
recursos humanos, al menos en un primer momento de la innovación en
organización (período 1989-1992). Al agotarse las oportunidades de
mejora en productividad en este ámbito en el segundo momento (1993-
1995), el paso siguiente en la trayectoria de modernización apuntaría a
la organización del trabajo, que puede interpretarse como el complemento
necesario a la innovación en la gestión del proceso productivo.
No obstante y a pesar de que los discursos de los «gurús» de la administración
recomienden lo contrario, el área del desarrollo de los recursos
humanos es la parte más rezagada, que bien podría y/o tendría que ser
el siguiente momento que complementaría la estrategia de mejora de
productividad de las empresas.
2.1 Las innovaciones tecnológicas
El reconocimiento y la revalorización de las innovaciones en la organización
y gestión del desarrollo de los recursos humanos en la estrategia
de productividad no quiere decir que se reduce la importancia de
la tecnología. De hecho, las empresas estudiadas muestran un alto grado
de alternancia en el énfasis puesto en las diferentes áreas de la estrategia
de productividad: si en el primer período enfatizaban la organización,
en el segundo pasan a la tecnología o a los recursos humanos (al
menos un 70% de la muestra tuvo ese comportamiento). Algunos analistas
señalan que la tecnología de la informática (TI) es un elemento
crítico en la redefinición y recreación de la organización. Esta permite
la distribución de poder, funciones y de control hacia el punto donde es
más efectivo para los objetivos de la empresa (Scott, 1991).
Leonard Mertens
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En América Latina, la incidencia de la microelectrónica en la base
técnica de las empresas tiende a aumentar, aunque su grado de difusión
sigue siendo limitado. A manera de ilustración, en las empresas de metalmecánica
y alimenticia estudiadas, un 30% de ambos universos planeaba
introducir equipo de base microelectrónica en planta, en el período
1993-1997.
La década de los noventa exige respuestas más ágiles y rápidas de
las empresas, para que aceleren su «proceso metabólico» de toma de
decisiones, debido en parte a la dinámica del entorno y, por otra, porque
la TI ha cambiado la forma en que se hace el trabajo. En efecto, la TI es la
base tecnológica de una organización virtuosa. La gestión de la interdependencia
de los factores en los años noventa se efectuará en un ambiente
dinámico, lo que requiere nuevos sistemas y procesos de gestión
empresarial: la medición, las compensaciones y remuneraciones, los incentivos
y las calificaciones requeridas. Todos estos factores requieren
ser repensados en el mundo de la TI (Ibidem).
OBJETIVOS DE PRODUCTIVIDAD
1993-1995
A pesar de que en la estrategia de competitividad la calidad jugaba un papel
preponderante, en los objetivos de la estrategia de productividad predominaba la
reducción de costos en la muestra de empresas en América Latina. Esto tiene que
ver con la apertura comercial en los países donde se hizo el estudio y en la política
de retraso cambiario para reducir la inflación. Es una estrategia a la defensiva que
tarde o temprano tendrá que ser revertida en una más proactiva, basada en la calidad
y la flexibilidad.
Fuente: Cálculos propios basados en datos del Proyecto OIT/ACDI.

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