sábado, 7 de marzo de 2009

En un contexto de organización del trabajo basado en la división
máxima de las tareas, la especialización y una mínima cooperación y
autonomía, la complejidad de las funciones, y con ello de la organización,
se reduce. Esto fue la base del modelo taylorista de la organización
del trabajo, que en sus apreciaciones acerca de la estandarización y especialización
de la técnica y las operaciones sigue siendo válido y «moderno
» hasta la fecha (Christis, 1988).
Sin embargo, esta estrategia de reducción de la complejidad ha perdido
validez por reducir simultáneamente la complejidad de los parámetros
de competitividad a una sola dimensión (precio), lo que hoy en
día ya no corresponde en la mayoría de los segmentos del mercado global.
También ha sido rebasada por querer reducir la complejidad de un
sistema de producción por una complejidad menor, a través de la división
técnica y social del trabajo, lo que generó una serie de disfunciones
en cuanto a acumulación de desperdicios y operaciones de poco o ningún
valor agregado, que fueron los espacios de oportunidad de mejora
en que se concentró posteriormente el sistema de producción depurada
y mejora continua (Womack, et.al., 1990).
Ante la necesidad de ir cumpliendo con varias dimensiones de
productividad a la vez, en el caso latinoamericano sobre todo, costos,
calidad y servicio al cliente (en los países industrializados se
agrega el diseño), ha llevado a las empresas a cambiar la organización
del trabajo.
Diferenciando entre lo que son tareas principales y periféricas, se
observa una tendencia de simplificar las tareas principales a través de
una mayor estandarización de las operaciones con el fin de reducir costos.
También se observa una ampliación en la tarea principal en cuanto
a la inclusión de funciones de inspección de calidad y la introducción de
la multihabilidad en un mismo nivel de complejidad de las tareas.
Adicionalmente, se observa un enriquecimiento en las tareas periféricas,
tanto del tipo social (equipos de trabajo, reducción de niveles jerárquicos)
como técnico (control estadístico de proceso, mantenimiento
preventivo y correctivo, administración), para ir reduciendo tareas de
poco valor agregado y mejorando el flujo productivo. Esto va acompañado
con una mayor autonomía en la realización de las tareas.
La combinación de estos elementos en el contenido de las tareas
va acompañada con nuevas funciones que se le van otorgando a los
trabajadores, que se vuelven complejas por la superposición de las
mismas. En otras palabras, los objetivos múltiples de productividad
se proyectan también de manera múltiple en las tareas de los trabajadores.
Sin embargo, hay límites a la ampliación y enriquecimiento
de las tareas, porque al fin y al cabo hay habilidades y conocimientos.

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